Y como se está demostrando, el dinero es muy bonito mientras hay. Pasan los jugadores, los entrenadores y los presidentes... pero al final, los que se quedan sufriendo, mientras los mercenarios se van con los bolsillos llenos, son los aficionados de verdad. Los que están ahí cuando el equipo gana, pierde, llueva, haga calor o nos pongan horarios dignos de películas con dos rombos. Al final siempre quedan los mismos, la camiseta, el club y sus aficionados.
Desde aquí: ¡¡¡FUERZA MALAGA!!!
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